Es 24 de diciembre por la noche. En las afueras de la ciudad de Panamá y en el interior del país donde hay recursos se encuentra casi el mismo escenario.
Familias reunidas en las casas comiendo tamales, tomando chicha de saril, comiendo rosca de huevo y ensalada de papas con pavo o jamón. La alegría se siente a cuadras ya que en varias casas se escucha música navideña, alguna salsa o merengue y muchas risas y diversión. Los más pequeños abriendo regalos y encendiendo estrellitas o explotando cohetes. La actitud positiva esperando mejores tiempos o la nostalgia por alguien que ya no está se siente en el aire esperando a que sean las 12 para ver los fuegos artificiales.
Es navidad. La celebración para el panameño es el 24 de diciembre en la noche. Al salir de las casas los vecinos se desean “feliz navidad” y la paz se puede respirar por unas horas.
El panameño tiene siempre una actitud festiva. Le encanta la fiesta. Todos los fines de semana son época suficiente para reunirse y pasarla bien. No se necesita una excusa para celebrar. Y la Navidad no es una excepción.
Para los que un día tuvimos que salir de esta tierra recordamos con nostalgia las noches secas de viento y el olor a hogar esperando en unos días la última fiesta del año, el 31 de diciembre. Y cantamos como dice el cantautor Omar Alfano en su canción “Panamá de Lejos”: “No importa donde vaya, de volver contigo tengo la esperanza”